Como las palmeras…

Foto tomada por Brenda Liz Rodríguez el 09/24/2017

A ocho días del paso del Huracán María por Puerto Rico ?? me atrevo a decir que es una de las experiencias más duras de mi vida. Y no es porque haya tenido pérdidas materiales, porque realmente fui agraciada dentro de muchos que perdieron todo. Sino porque María nos sacudió con sus vientos y furia el alma, las ganas y la fuerza para seguir adelante. ¿Y lo peor? Es que sientes “la virazòn” y el remolino constante de emociones en todo lo que te rodea.

Es cierto que no todo lo que encuentras es malo. Nos hemos dado la oportunidad de hablar más, ser solidarios con el otro, entablar relaciones profundas, ser más agradecidos, compartir lo poco o lo mucho que tenemos. Los nenes de los vecinos han aprendido hasta a jugar tira y tápate. Los torneos de UNO son la orden de cada familia. Pero también el ver tu isla destruida trae un sentimiento de tristeza profunda. Es imposible salir y no llegar “moquicaído” a tu casa. El no poderte comunicar con amigos y familiares es doloroso. En mi caso van 8 días sin hablar con mis padres y la incertidumbre de saber realmente còmo están me mata. La “crisis” de los servicios esenciales va drenando el espíritu de muchos y en ocasiones nuestras miserias interiores van aflorando. El conflicto y el caos están preparando el terreno.

Hoy vivo en una sociedad en la que estamos más o menos en igualdad de condiciones. El que no tiene se las busca como sea para salir adelante como siempre lo ha hecho. Y el que tiene, el dinero no le sirve de nada porque no hay qué comprar (los comercios no están funcionando) y ni beber pueden (porque hay ley seca). El toque de queda nos ha obligado a hablar “a la cañona”. O en algunos casos, a encerrarnos más.

Lo cierto es que quiero ser como nuestros arboles y palmeras; que no se doblegan fácilmente. Esas palmeras y árboles que hoy se ven marrones mostrando su dolor, pero su fortaleza y valentía. Que dan la batalla hasta el último momento y aún en el piso muestran lo buenos guerreros que fueron; que dieron el máximo y murieron peleando en el campo de batalla. Quiero ser flexible como ellos, fluir ante las circunstancias sin ceder en mis posturas y principios.

Quiero ser como las palmeras de la playa en la que crecí, esas que se mantuvieron erguidas y que hoy aún casi sin hojas, se mantienen de pie esperando su resurgir.

María, gracias por dejarnos el corazón hecho mierda, porque aún en el dolor hay espacio para ser agradecidos por las pequeñas cosas. Mi corazón se va a restaurar, igual que miniska y tú serás recordada como la que nos obligó a resurgir. Te aseguro que nos vamos a levantar y que de aquí ninguno va a volver a ser igual. Ni el puertorriqueño que vive aquí ni el que se fue y hoy se siente impotente de no poder ayudar a los suyos.

Hoy, más que nunca, ser como las palmeras, es conectar.

Besos fuertes!☀️

Misma