La Crayola Rota…

Cayola Rota

Aquella crayola perfecta no ha dado color a nada en el mundo. La gastada, la rota, la que es tal vez más difícil de manejar; esa, ha trabajado lo suficiente como para darse una nueva oportunidad y seguir siendo parte de una gran obra de arte.[/caption]

Hoy vamos a ser breves, pero directos al grano.

Amo colorear, así es que hablemos de crayolas… Pero no las de “kínder” de las que todos están hablando ahora en Puerto Rico ?  y que las parten por gusto.  Sino las del buen sentido de la palabra. Las que están de moda ahora para los libros de pintar que hasta para adultos vienen. Las que se rompen a veces por el uso, por el tiempo, por lo mucho que las hemos usado. Y que, a su vez, son nuestras favoritas. Y estarás pensando: ¿qué tienen que ver las crayolas con la vida? Pues… ¡Todo!

Te explico mi solecito hermoso: a veces estamos rotos. Pero como digo yo: “destruyidos”. Hay eventos de dolor y experiencias que nos marcan de la forma más brutal. Y no volvemos a ser los mismos. Y llegamos a pensar que las cosas rotas no sirven. Que lo que está roto se tira a la basura o a un lado. Más aún, que nadie quiere o va a tener el valor de querer algo roto o desgastado.

Claro que eso va a depender de la generación en la que hemos crecido. Porque la generación de mi abuela no botaba nada. Lo que no se podía usar se guardaba para piezas. Todo era útil. En generaciones como la mía o los más jóvenes solemos pensar que las cosas no se pueden arreglar. Que cuando algo se quiebra, se parte, se rompe ya hay que tirarlo. Y eso nos pasa con todo: con los sentimientos, con nuestras relaciones con los demás, con nuestros sueños que no resultaron en un momento dado, con nosotros mismos. Estamos acostumbrados y hasta hemos sido adiestrados en muchos aspectos a que si se nos rompen las cosas las tiramos. O a que se desgasten o se ven un poquito usadas, entendemos que ya no sirven. Y vamos por ahí sin repararnos, sin pegarnos, sin resolver con los demás las diferencias, sin volver a intentar eso que en un momento no se pudo.

Sin embargo, las crayolas cuando se rompen o se desgastan no dejan de pintar. Es difícil sacarles filo y volver a pintar. Tienen su truco para manejarlas. ¡Pero no son imposibles! Pintan.  de una forma distinta, pero dan color, son útiles y tal vez en las manos correctas; son hasta mejores.  Cumplen con el propósito para el cual fueron creadas: dar color.

Y así debe pasar con nosotros. Es obvio que no vamos a ser los mismos después de sentirnos rotos por dentro o de haber tenido malos resultados o dañado una relación. Pero el continuar funcionando, el seguir adelante, el tratar de reinventarnos está en nosotros.  No importa si hoy te sientes como una crayola rota por la vida. Aun así, tú puedes dar color a la mejor obra de arte del mundo: tu vida. 

Crayola Rota
Reconocer que de vez en cuando soy una crayola rota, pero que aun así puedo cumplir con el propósito de mi vida, es conectar.

Cambia el canal. Trabaja con tus pedazos rotos. Busca ayuda. Y recuerda que aquella crayola perfecta no ha dado color a nada en el mundo. La gastada, la rota, la que es tal vez más difícil de manejar; esa, ha trabajado lo suficiente como para darse una nueva oportunidad y seguir siendo parte de una gran obra de arte.

Reconocer que de vez en cuando soy una crayola rota, pero que aun así puedo cumplir con el propósito de mi vida, es conectar.

¡Vamo’ arriba mis soles!  

Besitos en el cutis☀️,

Misma

 PD: Antes de que empiecen los ☀️  sabemos que Crayola es una marca y no me dan nada por anunciarla. Igual es el nombre más popular para referirnos a ellas.